jueves, 3 de abril de 2014

Fractura de peroné, suceso en la poza



Poza en Playa San Miguel Guanacaste, click en imagen para ampliar

Si llevas el hilo desde mi artículo anterior donde comienzo el relato del día que me sucedió la fractura de peroné, en este continúo desde que llegamos a la poza de la playa. Un sitio con muchas piedras erosionadas por la sal, en el centro una deliciosa retención de agua que venía del mar formando una especie de piscina, las señoras y los chicos se metieron inmediatamente, yo seguía con los zapatos tenis puestos, me los quito para mojarme, pasado un rato, la poza debido a que subía la marea, se llenaba cada vez más, por lo que decidimos trasladarnos a otra poza que quedaba más arriba.

Como íbamos para otra poza, no me volví a calzar las tenis, sino unas sandalias, con los pies mojados. Había que caminar sobre muchas piedras, sin donde agarrarse. No más me levanté para empezar a desplazarme cuando sentí me resbalaban los pies dentro de las sandalias, al segundo paso, crash!, se me reventó la tira de la sandalia y fuí a dar al suelo de medio lado, sobre unas piedras muy empinadas, mi pierna derecha fue la que recibió todo mi peso, a como pude me incorporé, ya para ese momento una de las señoras que se había quedado atrás me ayudaba a levantarme, le dije estaba bien y comencé a caminar descalza, me uní al grupo más adelante, pero sin ingresar donde estaban, me senté algo cerca sobre una esplanada a revisarme.

Pasé mi mano por la piel de la pierna que se veía solo algo raspada, justo donde sentí me había golpeado, sentí que algo me acomodé, no pensé fuera un hueso, más bien creí que era músculo "mal acomodado". Me calcé las tenis y me quedé allí sentada leyendo, las señoras me preguntaban como me sentía y les decía que bien, pues realmente no sentía ningún dolor, y por no ser "aguafiestas" tampoco dije me quería ir a la casa para ponerme hielo y revisarme mejor.

Ya llegaba la hora del almuerzo y comenzamos el regreso, caminé unos 5 minutos, pero al ser unos 45 minutos la distancia que nos faltaba para llegar a la casa y notar yo que no podía dar paso sin sentir como una punzada en la planta del pie, les indico que si es posible que vengan por mí. Me indican que camine hasta una calle cercana a la playa, me señalan el sitio (una casa amarilla) y que en la calle de allí llegará un vehículo a recogerme.

Camino hacia el sector, pero en mi mente yo buscaba una calle donde me recogiera el vehículo, creí estaría tras la casa, subo como una lomita, empiezo a saludar pues estoy entrando a propiedad privada y me contestan desde más atrás en una casita pequeña, la del señor que cuida el lugar, un caballero moreno color de playa, de mediana estatura, aparenta tener más de 50 años, viste ropa gris de trabajo.

Me ladran los perros y le indico a él lo que me sucede, muy amablemente y luego de indicarme que sus perros no me harán daño, me ofrece ir a abrirme el portón de la entrada a esa propiedad, para que me recojan en la calle. 

Ya en la calle me indica que le parece no me vendrán a recoger allí pues esa entrada dista a un kilómetro de la entrada principal que da a una calle transitada, donde hay otro portón.

Me ofrece llevarme hasta ese salida, recorrer ese kilómetro, no sin antes advertirme que él es una persona de bien, que no me preocupe, así lo sentí y me dio confianza. 

Trae su vehículo, una moto.


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