Poza en Playa San Miguel Guanacaste, click en imagen para ampliar |
Si llevas el hilo desde mi artículo anterior donde comienzo el relato del día que me sucedió la fractura de peroné, en este continúo desde que llegamos a la poza de la playa. Un sitio con muchas piedras erosionadas por la sal, en el centro
una deliciosa retención de agua que venía del mar formando una especie de
piscina, las señoras y los chicos se metieron inmediatamente, yo seguía con los
zapatos tenis puestos, me los quito para mojarme, pasado un rato, la poza
debido a que subía la marea, se llenaba cada vez más, por lo que decidimos trasladarnos
a otra poza que quedaba más arriba.
Como íbamos para otra poza, no me volví a calzar
las tenis, sino unas sandalias, con los pies mojados. Había que caminar sobre
muchas piedras, sin donde agarrarse. No más me levanté para empezar a desplazarme cuando sentí me
resbalaban los pies dentro de las sandalias, al segundo paso, crash!, se me reventó la tira de la sandalia y fuí a
dar al suelo de medio lado, sobre unas piedras muy empinadas, mi pierna derecha
fue la que recibió todo mi peso, a como pude me incorporé, ya para ese momento
una de las señoras que se había quedado atrás me ayudaba a levantarme, le dije
estaba bien y comencé a caminar descalza, me uní al grupo más adelante, pero
sin ingresar donde estaban, me senté algo cerca sobre una esplanada a
revisarme.
Pasé mi mano por la piel de la pierna que se veía solo algo raspada, justo
donde sentí me había golpeado, sentí que algo me acomodé, no pensé fuera un
hueso, más bien creí que era músculo "mal acomodado". Me calcé las
tenis y me quedé allí sentada leyendo, las señoras me preguntaban como me
sentía y les decía que bien, pues realmente no sentía ningún dolor, y por no
ser "aguafiestas" tampoco dije me quería ir a la casa para ponerme
hielo y revisarme mejor.
Ya llegaba la hora del almuerzo y comenzamos el
regreso, caminé unos 5 minutos, pero al ser unos 45 minutos la distancia que
nos faltaba para llegar a la casa y notar yo que no podía dar paso sin sentir
como una punzada en la planta del pie, les indico que si es posible que vengan
por mí. Me indican que camine hasta una calle cercana a la playa, me señalan el
sitio (una casa amarilla) y que en la calle de allí llegará un vehículo a
recogerme.
Camino hacia el sector, pero en mi mente yo
buscaba una calle donde me recogiera el vehículo, creí estaría tras la casa,
subo como una lomita, empiezo a saludar pues estoy entrando a propiedad privada
y me contestan desde más atrás en una casita pequeña, la del señor que cuida
el lugar, un caballero moreno color de playa, de mediana estatura, aparenta tener más de 50 años, viste ropa gris de trabajo.
Me ladran los perros y le indico a él lo que me
sucede, muy amablemente y luego de indicarme que sus perros no me harán daño, me ofrece ir a abrirme el portón de la entrada a esa propiedad, para que
me recojan en la calle.
Ya en la calle me indica que le parece no me vendrán a
recoger allí pues esa entrada dista a un kilómetro de la entrada principal
que da a una calle transitada, donde hay otro portón.
Me ofrece llevarme hasta ese salida, recorrer ese kilómetro, no sin
antes advertirme que él es una persona de bien, que no me preocupe, así lo sentí y me dio confianza.
Trae su
vehículo, una moto.
También le puede interesar:
Si estás pasando por una situación similar a la mía, buscando has llegado a este artículo y quieres leer como aconteció esta fractura de peroné y las diferentes situaciones que se me han presentado, además el proceso de la rehabilitación, que conlleva esos dolores "normales", te invito a esta página donde encontrarás otros artículos con sus respectivos links.
Si estás pasando por una situación similar a la mía, buscando has llegado a este artículo y quieres leer como aconteció esta fractura de peroné y las diferentes situaciones que se me han presentado, además el proceso de la rehabilitación, que conlleva esos dolores "normales", te invito a esta página donde encontrarás otros artículos con sus respectivos links.